Todo sobre el Narcotráfico en Colombia (un enfoque diferente)

 
Todo de este trafico de aquel producto funciono bien hasta que el gobierno intervino y lo Prohibió completamente. Lo cual no sería un impedimento para los contrabandistas, pues se siguieron observando casos de marihuana en varias ciudades del país durante los años 30 y 40.

Para finales de los 50's el gobierno del presidente conservador Mariano Ospina Pérez expidió otro decreto contra la marihuana, donde señaló que la marihuana tenia propiedades venenosas y producían un hábito entre los consumidores.

No obstante se siguieron encontrando plantaciones de marihuana en distintos lugares del país (Magdalena, Antioquia, Caldas, Huila, Tolima, Cundinamarca, Arauca) y junto a ello pequeños laboratorios de procesamiento cocaína.

Una de las extensiones más amplia para este cultivo fue en la Costa Atlántica (principalmente en la Sierra Nevada de Santa Marta), en donde comenzaron a dar con un producto de calidad que le bautizaron con los sugestivos nombres de Colombian Gold y Santa Marta Golden.

Con la época hippie este consumo alcanzo alta popularidad en los Estados Unidos, dentro de la clase media, que a través de la música y los festivales de rock (Woodstock), consumían estas sustancias recreacionales para expandir su mente y el amor libre. 
Dicho nicho se volvería adicto y más adelante viendo el potencial de aquella sustancia psicoactiva, se convertirían en traficantes al detal. Quienes empezaron a distribuirlo entre sus parientes y conocidos al regresar a Norteamérica. Fue así como se iniciaron las primeras redes de distribución manejadas por núcleos norteamericanos.

Le llegaría entonces el turno a gran escala a Colombia en cuanto a su exportación, pues México debido a la persecución de los traficantes y a las fumigaciones masivas con paraquat tuvieron que dejar a un lado aquellos cultivos. Al igual que le ocurriría a Túnez, Argelia, Libia y Jamaica. Lo que dio espacio a que Colombia quien mantenía una suavidad excelente en su producto fuera su mayor proveedor. Siendo el epicentro del trágico de drogas por su compleja geografía y su fragilidad social. Tomando así un protagonismo con la llegada de contrabandistas estadounidenses al país, quienes pagaban altos precios por la marihuana producida en Colombia.

Sus fuentes principales eran la ciudad portuaria de Santa Marta y el golfo de Urabá. Y un gran aliado para aquellos contrabandistas sería el transporte de banano que hacían los barcos de la empresa United Fruit Company desde Turbo hasta los puertos estadounidenses de Houston, Florida y Miami. Pues en aquellos cargamentos de banano era donde se escondía la marihuana. Labor que se hacía sin obstrucciones debido a la poca vigilancia, tanto de las autoridades colombianas (Policía y Fuerzas Armadas), como de las estadounidenses según James Henderson doctor de historia en América Latina.

Es de esta manera como los colombianos no tardaron en descubrir que su país tenía un producto de exportación nuevo y lucrativo. Tanto así que para el año de 1966 ya se hablaba en el diario bogotano el espectador, de un decomiso de 30000 pesos de cannabis en la capital.

Esta sería la bonanza marimbera (1960-1970) en donde nacieron los grupos de “marimberos” colombianos, asociados con los traficantes estadounidenses. Uno de los mas sonados sería el marimbero costeño “Cacique Miranda” un despilfarrador y bandolero.

Durante aquella bonanza el 80% de los agricultores de la costa atlántica cultivaban marihuana, siendo sus ingresos hasta 6 veces mayores, teniendo como repercusiones cambios sociales y económicos dentro de la región. Pues los agricultores comenzaron a intercalar sus cultivos con el de marihuana que era el más lucrativo y rentable en ese momento. Tanto fue su apogeo que para el año 1978 la marihuana representaba casi el 39% de las exportaciones nacionales (ANIF; 1979: 207), con ganancias que eran exuberantes.

Un periodo que simplemente estimulo la corrupción institucional, pues los contrabandistas de este producto comenzaron a sobornar la policía para que se hiciera la de la vista. 

Claramente los Estados Unidos intervendrían con un mayor control sobre este producto, por lo que comenzaron a bloquear vías y canales por las cuales era transportada la marihuana hacia su destino. 
Todo este tipo de medidas y la legalización de la producción en Estados Unidos para el consumo
personal, hizo que los consumidores montaran sus cultivos hidropónicos y que en algunas zonas de California se expandiera su cultivo. 

Estas medidas y nuevas tendencias en los cultivos de marihuana hicieron que este producto dejara de ser tan rentable, pues sus principales consumidores ya se abastecían de ella de una manera más practica y sin tanto control en su mismo país. Razón por la cual los cultivadores y contrabandistas se vieron obligados a buscar nuevas alternativas y opciones, y poco a poco fueron “empujados” a trabajar al servicio del trafico de cocaína que venia en crecimiento, conducido por nuevos actores.

Pronto el cannabis colombiano fue sustituido progresivamente a finales de los sesenta, por la marihuana producida directamente en los Estados Unidos y por una nueva variedad importada desde Jamaica. Además, el movimiento hippie ya no seguía ejerciendo el mismo poder paradigmático y la juventud norteamericana buscaba nuevas alternativas, es decir sustancias más fuertes. 

Es aquí en este marco en el que la cocaína irrumpe en los mercados principalmente de Miami y New York, con una creciente demanda, ya que esta droga sicotrópica de gran poder estimulante, empieza a tener gran aceptación y preferencia por parte de la juventud norteamericana.

Aquí en este escenario los colombianos serían los encargados de comprar la pasta de coca en los mercados de Bolivia y de Perú, dos países claves en cuanto a la pureza de la cocaína, que sería  conocida dentro del gremio como "escama de pescado".

Colombia en esta oportunidad vendría siendo un “puerto de escala” en su tránsito hacía México. De ahí el producto sería distribuido al mercado de consumidores inicialmente en las ciudades de Miami y New York. 

Luego estos grupos diseñan una estrategia de mercadeo que coloca al interior de los Estados Unidos una disputa por las redes de distribución. Desplazando así a los cubanos, chilenos, brasileños, peruanos y bolivianos entre otros.

Es de esta manera que los grupos de colombianos se encargarían de la distribución de pasta base originaria de Perú y Bolivia. Para luego venderla en los Estados Unidos, en donde la demanda era altísima y los precios elevados permitían que nuevos núcleos se establecieran en diferentes partes de Colombia. 

Entre ellos encontramos sociedades entre colombianos y narcos cubanos. Como por ejemplo Herrán Olozaga, que pertenecía a la elite paisa, considerada como pionera del narcotráfico en Colombia. Estos personajes aprovechando sus conexiones, su posición social y sus recursos, se hicieron dueños de la farmacia unión en Medellín.

Otro de los que figuran en la lista es Jaime Caicedo, conocido como “El Grillo”. Quien inicio su carrera delictiva como ladrón de bicicletas, apartamentero, hasta patentar su empresa Atracos S.A que lo llevó a sentirse como el rey de los bandidos. 
Esta carrera delictiva le llevaría más adelante a involucrarse en el tráfico de cocaína en forma artesanal y a realizar pequeños envíos en vuelos comerciales bajo la mirada aún inocente de las aduanas locales y gringas. 

Su éxito en el negocio le condujo a nexos con nuevos productores de pasta de coca en Perú y Bolivia. Mejorando las operaciones en el camuflaje de sus remesas y el manejo de sus distribuidores norteamericanos.

Su muerte violenta a manos de un subteniente amigo en un bar de música de mariachis, de su propiedad, en la ciudad de Cali, simbolizó también el inicio de las confrontaciones entre narcotraficantes. Su historia inspiró la película “El Rey”, bajo la dirección de Antonio Dorado.

Otros personajes de importancia dentro de los inicios del narcotráfico fueron los hermanos Mejía (eran cinco) nacidos y criados en Barrio Antioquia. Eran los duros del paseo quienes llevaron coca a Nueva York, y ostentaban su poder siendo fanfarrones, toma trago, vanidosos y benefactores.

Finalizando con Benjamín Herrera Zuleta, el "Papa Negro de la cocaína" quien a su vez, es el “abuelo” de Pablo Escobar y de Gilberto Rodríguez en el negocio.  Quien sería el colonizador del narcotráfico en el Valle del Cauca. Para el año de 1974 el Papa Negro ya contralaba una extensa red que distribuía la base de la coca en Cali procedente del Perú. Sin contar que para su refinamiento, la organización contaba con los laboratorios necesarios para convertirla y posteriormente enviarla a Estados Unidos.

Su suerte cambiaría cuando fue detenido por segunda vez y deportado a los Estados Unidos. Su libertad obtenida con una fianza no lo alejo de sus expectativas, sino que al contrario le llevo a establecer nuevos contactos, entre ellos con Martha Upegui de Uribe, la "Reina de la Cocaína" en Medellín, quien sería la encargada de contactarlos con los jóvenes narcos de Cali y de Medellín. 

En Medellín abrió rutas para el tráfico de cocaína hacia los Estados unidos, pero con base en el sur del continente, a partir de Argentina. Es por esta razón que con frecuencia se veía visitando la ciudad de Medellín donde estableció una estrecha relación con Pablo Escobar. Pero con quien llevaría mejor las cosas, seria con Helmer Pacho Herrera quien estaba en aquel momento trabajando para el cártel de Cali.

De aquella estrecha relación de Pacho Herrera con el Papa Negro se inicia la expansión y la estructura de las operaciones en el trafico de droga, en donde el Papa Negro le hereda el negocio a Pacho, a cambio de quedarse con parte de los dividendos. Y así mismo que en contraprestación este obedeciera al pie de la letra las instrucciones de él.

Pero como pasa en estos negocios la estructura de la organización de los nuevos jóvenes de Cali, comienza a mejorar en su forma de operar en el negocio. Y Pacho Herrera termina por quedarse con la red de distribución que venía consolidando el Papa Negro.
Y empiezan a tener unos nuevos rivales, unos jóvenes paisas que venían incursionando en el trafico ilegal de cocaína, y que llegaron a establecer conexiones con personajes de la talla de Griselda Blanco, Mario Cacharrero, Los Bravo, Los Ordóñez.

Esta cúpula paisa serían quienes iniciaron el negocio del narcotráfico en Medellín, aquellos que establecieron las primeras redes de distribución en las plazas de Nueva York, Manhattan, Texas, Filadelfia, Queens entre otros. Y serían los pioneros del sicariato, es decir de los asesinos a sueldo que portaban motos.

Griselda Blanco, mientras tanto seria la nueva madrina de Pablo Escobar, aquella que inicia aquel joven en las grandes ligas con sus primeros cargamentos a las ciudades de los Estados Unidos.

Luego de un tiempo estos nuevos jefes tanto de Medellín como de Cali establecerían su hegemonía militar dentro del negocio. Se irían consolidando económicamente hasta ir ampliando la cobertura de sus clientes en los demás países. Incursionando además en técnicas de cultivo y refinamiento de la coca. 
Este gran paso los llevaría a sacar del mercado a los intermediarios, a los productores (peruanos o chilenos), y a los distribuidores cubanos y latinos erradicados en Miami.

Con el modelo de negocio establecido, aquellos capos de la droga comienzan a salpicar toda la economía con dineros sucios derivados del narcotráfico. Impulsando sectores populares para ser queridos por el pueblo y así mismo ampliar su circulo social con altas esferas del gobierno y de la seguridad estatal.  

Inicia entonces una etapa de ostentación de poder en ambos departamentos tanto en Antioquia como en el Valle del Cauca. Cali se convierte en la primera ciudad latinoamericana en la demanda y consumo de autos lujosos como las denominadas “narco – toyotas”. Luego le siguen la compra de equipos de futbol, políticos, la fuerza publica, modelos, artistas e inversión social y económica. 

Nacen así los primeros carteles de la droga que fueron definidos como “empresas” con infraestructuras organizacionales con autoridades y responsabilidades definidas orientadas a ejecutar actividades ilícitas a través de sus principales capos. Hablamos así del Cartel de Medellín con su cabeza principal (Patrón) Pablo Escobar y el Cartel de Cali con los líderes natos: Gilberto Rodríguez Orejuela, Miguel Rodríguez Orejuela, Nacho Santacruz y Pacho Herrera.

 
Por el lado del cartel de Medellín, alias don Berna mantuvo una estructura criminal, la Oficina de Envigado, con la que hizo algunos envíos de droga. Por otro lado sus aliados los hermanos Castaño con las Autodefensas de Colombia se apoderaron de este negocio lucrativo que les financio por mucho tiempo su lucha. Finalizando con el Cartel del Milenio encabezado por Alejandro Bernal Madrigal alias juvenal.

Por el lado del Cartel de Cali sus aliados se tuercen y arman rancho aparte con una organización conocida como el Cartel del Norte del Valle.

Con la desfragmentación del Cartel del Norte del Valle que fue una de las organizaciones criminales que se mantuvo por más tiempo y estuvo bajo la lupa de las autoridades. Surgen dos grupos insurgentes que se apropian del negocio por una lado el ejercito ilegal de los Machos (don Diego) y por el otro lado los Rastrojos (Wilber Varela).

Esta generación del narcotráfico heredo el negocio de los grandes carteles y paso a estar formada por varios cartelitos, que evitaron ser detectados y arrestados, asumiendo un perfil menos violento y menos notorio en la política. Serían ellos quienes ceden completamente el control del cultivo y procesamiento de la coca en las zonas rurales colombianas a la guerrilla izquierdista de las FARC y a la organización paramilitar derechista de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Aquella generación de cartelitos ya contaban con una formación educativa más amplia heredando el negocio del narcotráfico muchas veces de sus parientes. Son conocidos como los narcos invisibles, que mantienen un bajo perfil para no ser detectados por las autoridades. Para ello se apoyan de las cabezas visibles del narcotráfico, es decir de los grupos armados que están a cargo de los cultivos y los laboratorios para procesar la cocaína.

Estos cartelitos son los encargados de las conexiones y la distribución de la droga hacia los demás países. Y sus negocios los administran a través de sofisticadas estructuras en la sombra que incluyen empresas de fachada. 

Gracias a su estructura estos cartelitos se han convertido en un dolor de cabeza para las autoridades, pues desarticular cada eslabón ahora les toma mas tiempo. Ya que ningún grupo controla ahora toda la cadena del tráfico de cocaína en Colombia. Sino que son varias entidades, pequeñas y especializadas las que llevan el mando.

Es por eso que hoy en día escuchemos de muchas organizaciones delincuenciales que heredaron el negocio como: el Clan del Golfo (Autodefensas Gaitanistas, Los urabeños o Clan Úsuga), las disidencias de las Farc, el ELN, Los Pelusos y los cartelitos.